Israel, apartheid y aislamiento internacional

por | Ene 26, 2011 | Conflicto Palestina-Israelí | 0 Comentarios

Las dictaduras  militares, algunos regímenes democráticos que de democracia únicamente tienen el nombre y los grupos terroristas, han practicado a lo largo de la historia   el castigo a sus opositores, no sólo tratando de eliminarlos físicamente, sino a través del aislamiento, el encierro y la falta de cualquier tipo de estimulación sensorial externa.

Este tipo de torturas tiene como fin lograr la progresiva aniquilación psicológica del opositor, que  va   acompañada de amenazas de muerte y todo tipo de torturas, creando incertidumbre acerca  de su destino. De esta manera la víctima entra   en estado de confusión mental   y/o delirio,  y si finalmente sobrevive a este castigo,   se convierte en un desecho humano, que en psiquiatría se denomina estrés postraumático crónico.

El escarmiento que se intenta dar, es un mensaje de terror a la persona, pero también al grupo de pertenencia, para que a manera de advertencia cambien de posiciones, purifiquen sus ideas y se acerquen a la verdad absoluta que se impone desde el poder, o de lo contrario lograr que se callen para siempre.

Con esta finalidad, estos regímenes o grupos terroristas construyen celdas inhabitables, donde la luz no existe,  apenas  es posible respirar, provocando que el preso   se intoxique de sus propias emanaciones corporales.

Actualmente Israel practica la penumbra   carcelaria (11.000  presos palestinos), en sus dos vertientes: la primera, con sus 800 km del muro de separación de la vergüenza; la segunda por la ocupación militar con más de 500.000 colonos en Cisjordania más   120 check-points   que controlan férreamente y hacen inviable una vida normal.

Como consecuencia se ha generado un régimen mucho más represor que el propio Apartheid que asoló durante décadas Sudáfrica contra la población negra.

Esto ha generado la respuesta de la Comunidad Internacional y de la sociedad civil en el mundo, alcanzando una oposición de más del 80% de la población mundial a esta situación, a pesar de las desavenencias que existen entre la Sociedad Civil y la política que ejercen los Gobiernos.

Nunca se había producido desde 1948, año de la fundación del Estado de Israel, una reacción tan universal de   aislamiento y de rechazo  de gran parte de la sociedad civil y de la Comunidad Internacional   por las políticas que practica, que a su vez   le impide ejercer un liderazgo en Oriente Próximo, fundado en la idea   que Israel es la única democracia genuina de la región.

Ni la clase intelectual ni ningún demócrata, como tampoco ningún gobierno democrático moderno, pueden sostener que Israel es la única democracia en Medio Oriente, por el sólo hecho de ejercer el sufragio universal y contar con un sistema parlamentario, cuando al mismo tiempo está con un régimen de ocupación brutal y asesino contra la población palestina, manteniendo el bloqueo a Gaza, discriminando a las minorías árabes-palestinas que viven en Israel y de igual manera, a las minorías no judías.

Israel también está construyendo su propia cárcel debido a las nuevas leyes que facilitan la investigación y persecución a los opositores israelíes.

Israel aprobó en enero de 2001 en la Kneset (Parlamento Israelí) una ley por amplia mayoría, que permite investigar a aquellas o­nG’s que denuncian la ocupación y la violación sistemática de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional, tanto en los territorios palestinos como en el propio Israel.

Una ejemplo más de esta política emprendida por Israel, es que desde el 1 de enero han sido   asesinados  16 palestinos tanto en Gaza como Cisjordania; se ha continuado con la demolición de viviendas palestinas   y entre ellos el emblemático Hotel Shepherd en Jerusalén Este; la   construcción de asentamientos  en Cisjordania continua a pesar de las   condena  de la Comunidad Internacional.

Otra muestra de su encierro, es el no haber permitido que juristas internacionales intervinieran en el juicio por la masacre cometida contra la “Flotilla de la Libertad” y haber sentenciado la legalidad de sus actuaciones criminales,   cuando gran parte de la Comunidad Internacional y la Sociedad Civil ha   visto en esta sentencia una flagrante violación del Derecho Internacional.

La historia ha demostrado que a pesar de que se sigan construyendo muros, cualquier forma de Apartheid no podrá sostenerse sine die, ante una sociedad abierta, globalizada e informada   que se opone   cada vez más a estas injusticias.

Ningún judío israelí, ni tampoco ningún judío del resto del mundo, honesto  y coherente con su propia historia, de sufrimiento, matanza y persecución,   puede admitir  que el mundo acabe   mirándoles   con horror y desprecio por las decisiones de los gobiernos de Israel, actual y pasados de seguir   ocupando una tierra    que no les pertenece.

El encierro propio y el encarcelamiento de lo diferente conducen al suicidio de cualquier especie.